Sumergirme sería la opción más drástica y eficaz. Pero no es la solución a los problemas, ni a los errores.
Hoy he decidido amarme de valor y ponerme en pie.
Mirar de frente y no correr ante la gente.
Saber elegir y renunciar.
Reír cuando toca reír y llorar lo que no hay que guardar.
Derramar la tristeza y alimentarme de la felicidad que desprende el resto del mundo.
Bajar la escaleras y no tropezar, y si tropiezo no dudar en levantarme, porque caerse es muy fácil, pero equivocarse aún más y no importa cuantas veces me equivoque si eso me enseña a ser más fuerte. Porque es lo que ha conseguido que encuentre lo que necesitaba para ser más fuerte.
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