Ahora que sé que aquel año fue mucho más que un golpe de estado en Birmania,
ahora que se saben claros los ojos,
pequeña la boca y la herida,
pequeñas también las manos
que tocan y resbalan esta medida.
Ahora que huelo las calles sin reconocerlas
que pestañeo, silbo y canto
y parece no haber ni tiempo ni espacio.
Ahora que guardo el sabor de los aviones
y los trenes
y los billetes con fecha de ida y vuelta
en el dorso de mis manos.
Ahora que las monedas tienen más bordes que caras
o más caras que cruces
y la vida limpia de polvo los azulejos
y los bolsillos de los pantalones
se vacían llenos de pequeñas cosas tempranas.
Ahora que tengo sueño
de tantas vidas como no viví.
Ahora que no es ahora
y tengo tanto mundo que escribir.
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